Cada bebé prematuro es un pequeño guerrero o guerrera. Llega al mundo antes de tiempo, y con él llegan también semanas o incluso a veces meses de lucha, cuidados médicos y esperanza. En el hospital, toda gira en torno a que ese bebé crezca, madure, respire sin ayuda… a que su cuerpo responda. Las máquinas, los profesionales y cada gesto de los padres forman parte de esa batalla silenciosa por la vida.

Y un día, por fin, llega el alta. Ese momento tan esperado y, a la vez, tan abrumador. Por primera vez, la familia se lleva a casa a su bebé, sin monitores ni enfermeras vigilando cada movimiento. Comienza la vida “real”, pero lo hace con una mochila llena de emociones: miedo, incertidumbre, culpa, alegría inmensa, cansancio, gratitud…

Es aquí donde entra en juego la atención temprana, ese puente entre el hospital y la vida cotidiana. Un espacio donde los padres y madres pueden respirar, preguntar, compartir, y donde los profesionales acompañamos ese proceso de adaptación.

Porque la atención temprana no es solo un conjunto de ejercicios o estimulación; es un acompañamiento integral. Es ofrecer un lugar seguro para las familias, donde puedan expresar sus miedos y dudas, y encontrar orientación más allá del aspecto médico. Donde se validan las emociones y se construye, poco a poco, la confianza.

Los niños y niñas que nacen prematuramente pueden seguir caminos muy distintos. A veces presentan un pequeño retraso en el desarrollo que se va compensando con el tiempo y la estimulación adecuada. En otros casos, el haber nacido pretérmino implica afrontar dificultades más importantes o cuadros clínicos asociados, como alteraciones visuales o auditivas, dificultades motoras, problemas atencionales o una mayor inmadurez emocional que puede requerir apoyo durante varios años. Y también hay muchos niños y niñas cuyo desarrollo es prácticamente normotípico desde el primer día, pero que igualmente se benefician de esa vigilancia y acompañamiento que ofrece la atención temprana.

Sea cual sea el punto de partida, los equipos de atención temprana (fisioterapeutas, logopedas, psicólogos, pedagogos, psicomotricistas, trabajadoras sociales y terapeutas ocupacionales) trabajamos de forma conjunta para ofrecer a cada niño y niña y a cada familia lo que realmente necesitan. Acompañamos cada paso, respetando los ritmos individuales y celebrando cada avance, por pequeño que parezca. Nuestro objetivo es ayudar a que cada niño y niña alcance sus hitos evolutivos, potenciando sus capacidades y favoreciendo su autonomía, siempre desde la mirada del respeto y la confianza.

Cada sesión se convierte así en mucho más que una intervención: es un espacio de encuentro, de alivio, de esperanza. Es mirar a ese bebé no como un paciente, sino como un niño o una niña con todo un camino por recorrer, acompañado por padres que, aunque se sientan perdidos, son su mayor fuerza.

En el Día del Prematuro, queremos poner en valor esa travesía. Porque detrás de cada alta hospitalaria hay una historia de coraje, y detrás de cada sesión de atención temprana, hay un trabajo silencioso que une ciencia, amor y acompañamiento.

Somos ese puente que ayuda a las familias a pasar del miedo a la confianza, del hospital a la vida, de la fragilidad a la fortaleza.

Cristina de Miguel Blanco

Psicóloga Sanitaria

Nº Col.M-23408

Related Posts