La dislexia es una dificultad específica y persistente en el aprendizaje de la lectura y la escritura. Se considera un trastorno del neurodesarrollo de origen neurobiológico, y se manifiesta cuando una persona no logra adquirir la lectoescritura de forma convencional, sin que exista una causa aparente de tipo cognitivo, sensorial, motriz, lingüístico, emocional o ambiental.

Aunque es una condición permanente, sus efectos pueden reducirse significativamente si se detecta de forma temprana y se aplica una metodología de enseñanza adecuada. El principal desafío que plantea la dislexia es el desfase que provoca entre el nivel de lectoescritura del alumno y el de sus compañeros, lo que puede afectar su rendimiento y autoestima si no se interviene a tiempo..

Así se siente la dislexia, una experiencia desde dentro:

¿Recuerdas cómo fue aprender a conducir? Al principio, cada acción requería toda tu atención: mirar los espejos, cambiar de marcha, frenar… todo debía pensarse paso a paso, lo que te hacía sentir inseguro y torpe.

Algo similar le ocurre a una persona con dislexia, pero en tareas relacionadas con la lectura y la escritura, que para muchos resultan automáticas. Un niño/a con dislexia debe concentrarse intensamente en procesos que otros realizan de forma inconsciente:

  • Cómo se representa un sonido
  • Cómo se escribe una letra
  • Qué dirección seguir al leer
  • Cómo diferenciar sonidos parecidos.

Todo esto exige un esfuerzo constante, y puede hacer que el aprendizaje resulte lento y agotador.

En este contexto, aunque se trata de escolares con un desarrollo cognitivo adecuado para asimilar los contenidos, su dificultad para acceder y expresarse a través del lenguaje escrito les impide alcanzar el rendimiento esperado.

Como resultado, muchas veces no logran superar las exigencias académicas, y sus calificaciones no reflejan el esfuerzo real que realizan.

A esto se suma un problema aún mayor: la percepción errónea que solemos tener. Con frecuencia se les etiqueta como torpes, perezosos o inmaduros, cuando en realidad se están enfrentando a una barrera de aprendizaje que no depende de su voluntad ni de su capacidad intelectual.

En conclusión, podemos decir que la dislexia es una dificultad específica de aprendizaje de la lectura y/o la escritura de carácter persistente, que provoca que niños y niñas inteligentes y sin otras dificultades no aprendan a leer como se esperaría.

Señales de alerta en edades tempranas:

Desde la etapa de Educación Infantil, ya es posible observar algunos signos que podrían indicar un riesgo de dificultades en el aprendizaje de la lectoescritura.

  • Alteraciones en el desarrollo grafomotor
  • Dificultad para repetir trabalenguas o resolver juegos con sonidos.
  • Problemas para asociar letras y números con sus nombres.
  • Dificultades para aprender los días de la semana o reconocer su propio nombre
  • Olvido frecuente de letras ya aprendidas
  • Rechazo hacia actividades relacionadas con la lectura y la escritura.

Si bien estos indicadores no significan necesariamente que exista una dislexia, sí pueden ser señales de alerta sobre un posible retraso o dificultad en el desarrollo del lenguaje escrito. Detectarlos a tiempo permite intervenir de forma preventiva y más eficaz.

Recurso terapéutico: aprender jugando.

Con motivo del Día Internacional de la Dislexia, desde Centro Altea queremos proponeros una actividad sencilla para fomentar la lectoescritura en casa de manera dinámica y, sobre todo, disfrutando del proceso:

“El Tesoro Secreto de las Palabras”

La lectoescritura es un medio más de comunicación, por lo que aprenderlo debería poder disfrutarse. Por eso, os traemos este pequeño juego para conectar con vuestros niños y niñas tanto en casa como en el cole. ¡Ya veréis! Un pequeño tesoro secreto en familia. Podemos jugar todos, sepamos más o menos, y así eliminar la sensación de pesadez al aprender a leer y escribir.

¿PREPARADOS?

  • Paso 1: MENSAJE SECRETO EN EL ALMUERZO. Mamá o papá dejan una nota en la caja del almuerzo con una palabra escrita y su dibujo (según las capacidades artísticas de cada cual 😉).
  • Paso 2: LOS LECTORES DESCUBREN EL TESORO. En el cole, al almorzar, descubren su palabra secreta, la leen y la guardan para casa.
  • Paso 3: EL MAPA DE LAS LETRAS. En casa, usando un abecedario, letras imantadas o tarjetas, buscamos todas las letras que componen la palabra.
  • Paso 4: CREAMOS CONEXIONES. Al final de la semana organizamos nuestras palabras por grupos semánticos, letra inicial, letra final… como más nos apetezca. Se puede variar cada semana e incluso recopilar todas a final de mes.

De esta manera, aprender disfrutando siempre es una opción.

En Centro Altea creemos que cada niño merece aprender a su ritmo, sin etiquetas ni presiones. La dislexia no define quiénes son, pero nuestro acompañamiento sí puede definir cómo se sienten. ¡Aprendamos a mirar con empatía!

Marina Cristóbal Sanz
Logopeda – No Col 28/1505

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