Ana Cristóbal Mesonero

Durante una charla en mis años de formación, alguien preguntó qué estudiaríamos por puro placer. Mientras mis compañeros mencionaban otros campos, me di cuenta de que yo ya estaba estudiando lo que más me apasionaba: la psicología. Esta convicción me ha llevado a seguir formándome completando mi formación con un máster en neurociencia y neuropsicología, en análisis funcional, además de la habilitación sanitaria.

En mi práctica clínica, trabajo para identificar y modificar las consecuencias que mantienen ciertos comportamientos en cada niño. Estas contingencias, como refuerzos o castigos, son fundamentales para entender y redirigir las conductas, facilitando la intervención de manera precisa y basada en evidencia científica.

Las primeras etapas son fundamentales para el desarrollo cognitivo, emocional y social de los más pequeños. El juego se convierte en una herramienta esencial, asegurando que cada actividad lúdica no solo divierte, sino que también estimula áreas clave del cerebro, favoreciendo el aprendizaje y la gestión emocional.